…Que es esto?...
…Una cueva?...
..Porque estoy
aquí?...
No entiendo nada
Pero sigo caminando
hacia enfrente…
A dónde llegare?…
Que fue ese ruido?
Lo conozco desde
que era niño…
Algo se escucha
tras de mi
Volteo y empiezo a
llorar
Atrás hay mucho
dolor…
…Y soledad…
Pero…
…Alguien me espera
afuera…
Quien sea…
Es mejor que esta
soledad…
Comienzo a correr
La salida de la
cueva…
Que es eso
blanco?...
Nieve?…
…No…algo más…
-Por fin reaccionó.
-Su ritmo cardiaco se está
estabilizando.
-Cómo te sientes?- escuchó y un
rostro borroso apareció frente él.
-Eh?
-No te preocupes solo descansa-
Aquel rostro se desvaneció en la oscuridad.
-Se durmió?
- Eso parece, fue una suerte que
lo encontraran.
-36° y medio, su temperatura está
subiendo.
-Pero por qué bajo tanto?
-Será por el golpe que recibió en
el abdomen.
-El señor que lo trajo está
afuera?
-*Latidos, ningún
ruido más*.
Un joven de cabellos negriazul y
ojos cafés se incorporó con dificultad y empezó a reconocer el lugar –Y este
cuarto?... un hospital?...- dijo confundido. Le costaba entender lo que pasaba.
En eso se escuchó el manubrio de la puerta al abrir.
-Qué bueno que ya despertaste.
-comentó la enfermera que acababa de entrar.
-Por qué estoy
aquí? -preguntó el
joven confundido.
La enfermera se acercó a la cama
-Tuviste un accidente. Te encontraron tirado de camino a Voss. –le contestó
mientras revisaba el suero.
-Pero…? –El joven no terminó la pregunta,
los recuerdos empezaban a volver -*Un carro, la lluvia y después…*
-Tu familia ha de estar preocupada,
cuál es tu nombre? –preguntó la enfermera.
-Keir Bondevik –contestó pensativo.
La enfermera apunto en un
expediente –Keir… y tu edad? –añadió.
-19 años.
-Te ves más pequeño –agregó la
enfermera con un dejo de curiosidad.
-Cuantos días llevo
aquí?- preguntó Keir sin prestar atención al comentario.
-Un poco más de un día- le
contestó la enfermera -Descansa luego vengo a ver como sigues- dio unas
palmaditas en la cama y se retiró del cuarto.
Al salir la enfermera Keir se quedó
en silencio un rato, durante ese tiempo comenzó a recordar lo que había pasado
esa madrugada, razón por la que estaba en ese hospital. -*Abuelo*
- pensó con desaliento;
cuando le llegó una idea a su mente que lo hizo actuar por impulso. –Tengo que comprobarlo…. - dijo con decisión; se retiró la manta
que lo cubría pero, justo cuando se iba a quitar el suero, entró la enfermera
con una doctora. Keir se sorprendió.
-Que haces? -le preguntó la
doctora, corrió hacia donde estaba Keir y rápidamente lo trató de recostar.
Keir opuso resistencia y empujó a
la doctora. En un movimiento rápido se quitó el suero con la mano izquierda,
donde se percató que tenía una venda alrededor del antebrazo; no obstante, sin
darle importancia, se levantó y al dar el primer paso sintió en el estómago un
dolor muy fuerte que lo hizo caer.
La doctora se incorporó –Todavía estas muy débil. -le dijo
preocupada al sostenerlo.
-Eso no importa! -Keir desesperado, trató de
levantarse pero la doctora tuvo que sostener contra el suelo reteniéndolo. En
eso apareció la enfermera con una jeringa y lo inyectó rápidamente en el brazo
derecho.
Keir peleó para zafarse, pero
poco a poco se sintió adormilado; llegó un enfermero lo levantó y lo puso en la
cama, ahí lo sujetó muy fuerte para que Keir no se moviera permitiendo con ello
poner el suero en el brazo. El tranquilizante empezó a hacer efecto; le hizo
sentir extraño y sin posibilidad para poder actuar, y menos buscar a su abuelo.
-Todavía no puedes irte, te
golpeaste muy fuerte al caer de la moto –lo regañó la doctora.
-Eso no es cierto!
Donde están los que murieron?... estaban cerca de mí– contestó Keir, sumando las pocas
fuerzas que quedaban en su cuerpo, estaba desesperado por no poder moverse
debido a que el enfermero seguía sujetándole.
La doctora negó con la cabeza –No
encontraron a nadie más. Un señor te trajo de urgencia y cuando comenzaste a
reaccionar pidió que te pusieran en un cuarto aparte.
-Pero
no puede ser… ¿cómo?- comentó
Keir cada vez más confundido.
-Te encuentras muy trastornado,
estuviste mucho tiempo en el frió, además la policía ya investigó, pero con la
lluvia, la mayoría de las huellas del accidente se borraron-. Explicó la
enfermera.
-Pero el faro… del
poste… estaba fundido por… por… -Keir empezaba a hablar con más dificultad.
-De seguro algunos pandilleros lo
tronaron antes y al caer fue lo último que viste, eso pasa cuando sufres un
accidente, puedes olvidar muchas cosas de lo que paso. No pienses en eso y
descansa.
-*Por qué no
quieren escuchar? qué paso después? no puede ser que hubieran desaparecido,
sobre todo ella…* - pensó, dejó de luchar por lo que
incluso el enfermero lo empezó a soltar poco a poco.
-El tranquilizante actuó muy
rápido -comentó la doctora al ver a Keir
-Lo medí de acuerdo a su edad
-contestó la enfermera.
-A ver? -la doctora solicitó el
expediente-19 años… pareciera que tiene 16. Será mejor que sigan con la medida
que tomamos al principio.
-Entendido. -la enfermera tomó el
expediente de regreso y apuntó aquel dato.
La doctora volteó a ver a Keir
–No han encontrado a ningún pariente?-preguntó a la enfermera.
-No, esperemos que con su nombre
demos con ellos rápido –contestó la enfermera.
Keir casi completamente
debilitado movió un poco la cabeza hacia un lado y vio la luz del sol de la
ventana brillando ligeramente, afuera debía estar nublado -*Abuelo.* -pensó tristemente mientras
unas lágrimas caían.
-Va a estar tranquilo por
bastante tiempo, pero hay que comentarle al señor que lo trajo lo que acaba de
ocurrir. Ha estado muy al pendiente de la recuperación de este chico y será
mejor que esté al tanto.
Al otro día Keir se
despertó mareado y sin embargo con sólo una idea en mente: tenía que salir del
hospital. Se incorporó rápido y justo cuando ya se disponía a salir de la cama
en aquel momento se abrió la puerta. Keir pareció frustrado.
Entro un señor que parecía tener
la edad de su abuelo, unos 60 años aproximadamente, pero de un rostro más
adusto. -Entonces te llamas Keir. –comentó aquel hombre al ver al chico.
-Quien es
usted?!– preguntó
Keir de golpe y sin educación.
-Me llamo Wynn
Stavros. Puedes llamarme Wynn. -respondió tranquilamente aquel hombre, mientras se dirigía en
dirección a la ventana la cual abrió sin preguntarle nada al chico, haciéndole
sentir escalofríos por el viento que se había colado a la habitación. -Llevas dos días aquí es mejor que te dé el aire -.
Agregó, Keir le siguió con la mirada sin responder aún. El señor continuó -Yo te
encontré…-dijo Wynn con un dejó de tranquilidad; –…Junto
con los demás.
El chico no se esperaba esa
respuesta.
-Usted… pero si
sabía eso… por qué mintió?!! -pregunto Keir con desesperación.
-Conozco a tu abuelo y no quise que te preguntaran
cosas incomodas.
Aquella respuesta molestó a Keir,
por lo que desvió la mirada hacia su brazo y tras unos instantes de silencio
respondió. -No tenía por qué preocuparse por eso-mencionó aun con enojo
mientras observaba la intravenosa.
-Seguro
que quieres ver a tu abuelo, no? –comentó Wynn, con naturalidad.
Keir volteó a verle con sorpresa –Donde está?
-Si quieres te
llevo a verlo, sólo que…
Keir lo interrumpió -Lléveme. - Se
levantó lo más rápido que pudo, aunque al pararse se mareo debido a un ligero
dolor que sintió en el estómago, se sostuvo del soporte del suero para no caer.
Respiró profundamente y para cuando empezó a recuperar la fuerza, se abrió la
puerta, era nuevamente la enfermera.
–Otra vez? -Exclamó la mujer al
entrar –No puedes esperarte? -se acercó a Keir y lo empujó hacia la cama para
que se recostara; después volteó a ver a Wynn con reproche, para cuando se
percató de algo más. –Y abrieron la ventana –comentó ya exasperada –Te puede
hacer daño;- reclamó a Keir, caminó hacia la ventana, y a su paso solicitó a
Wynn que se apartara de su camino y una vez cerca al alfeizar la cerró.
Devolvió la mirada a aquel hombre. –Señor está bien que usted se encuentre al
pendiente de este joven pero no tiene el derecho a perturbarlo.- lo regañó ya
enojada.
Keir que no se acostó por
completo, volvió a intentar incorporarse completamente.
–Y tú a dónde vas? -exclamó la
enfermera.
Keir volteó a ver con desesperación
a Wynn, buscando cierto apoyo, y su interlocutor correspondió.
–Sólo lo llevaba a
la planta baja – aquel hombre comentó con
indiferencia.
-En la planta baja solo está la
morgue, para que lo querer llevar? -preguntó la enfermera sin entender.
-Él me lo pidió
- mencionó
Wynn sin dar mucha importancia.
En aquel momento, tras escuchar
aquello último, Keir no supo que decir, otra vez percibió por dentro como si
cayera un abismo, algo que había sentido aquella madrugada en la que había
tenido el incidente que lo había llevado a estar en el hospital. Se recargó
débilmente en la orilla de la cama para encontrar apoyo.
La enfermera lo miró con
preocupación -Ves, por descuidado ya te debilitaste, recuéstate ya!- dijo
mientras se acercaba a Keir- No has comido nada. –trató de forzarlo a meterse
en la cama -y el suero se está acabando, y así querías salir?-una vez que lo
recostó ella volteo a ver a Wynn –Y usted salga ya!-exigió.
Wynn indiferente a lo que sucedía
se acercó a Keir y sacó una tarjeta de su saco –Tengo
muchas cosas que hacer y no podré verte de nuevo, aquí esta apuntado mi número
de teléfono por si lo necesitas y por la cuenta del hospital no te preocupes la
cargaran a mi cuenta.- Una
vez que Keir tomó la tarjeta, Wynn se dirigió a la enfermera –Si pasa algo con
el muchacho no deje de avisarme, estaré al pendiente hasta que encuentren a
algún pariente- al decir esto último le dirigió una mirada de complicidad a
Keir.
Keir reaccionó al oírlo y se le quedo viendo -*Porque
sigue mintiendo, si mi abuelo, mi único pariente esta…*- suspiró dolorosamente.
-Está bien señor pero ya salga- le dijo la enfermera a Wynn, este
se dirigió a la puerta y salió. La enfermera volvió a dirigirse a Keir.
–Espero que tú ya te estés quieto hasta que te recuperes, voy a ir
por tu cambio de suero. No quiero volver y no encontrarte sino te buscaré por
todo el hospital; y créeme si te encuentro te amarraré a la cama. Algo que
debían de haber hecho desde un inicio- lo amenazó preocupada.
Pero Keir ya no quería salir, su
única esperanza había desaparecido. No entendía que había hecho su abuelo para
terminar muerto. Miró la tarjeta de Wynn pero realmente ningún pensamiento
llegaba a su mente cansada.
Pronto la enfermera regresó con
una bolsa de suero –En un momento te traen algo para comer, y así empieces a
agarrar fuerzas –añadió mientras cambiaba el suero.
-*Fuerza?... De dónde?*- pensó desalentado Keir, no creía poder soportar todo lo que había
pasado. Mientras meditaba aquello, llegó otra enfermera con una bandeja de
comida, la puso sobre una mesa movible y la acercó frente a Keir. Le habían
llevado jugo de naranja, fruta y unas galletas de vainilla.
Keir miró los alimentos con desgana, aunque al ver las galletas
estiró la mano con debilidad, agarró una y se la empezó a comer con dificultad.
-Procura acabarte todo- terminó
diciendo la enfermera que terminaba de acomodar el suero y después salió junto
con su compañera de la habitación.
Una vez que Keir acabó de comer
la galleta, suspiró; para cuando iba a comer otra, se percató que no tenía
puesta su pulsera donde portaba un dije de jade blanco. Nervioso lo buscó. Por
suerte pronto lo encontró sobre el buró junto a la cama, estiró su mano pero no
se movió más… pareció quedarse pensando e incluso en algún momento su gesto
cambió a ser más serio y concentrado, aquella pulsera se movió aparentemente
sola, pero eso era porque de algún modo por medio de un poder psíquico Keir la
atraía hacia él; una vez que lo tuvo en mano se quedó viendo la piedra blanca
que adornaba la pulsera; suspiró de nuevo y se puso la pulsera en su diestra;
al menos aquel objeto seguía con él.
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