domingo, 3 de noviembre de 2013

INTERSTELLAR SOUL Capítulo 1.


…Que es esto?...
…Una cueva?...
..Porque estoy aquí?...
No entiendo nada
Pero sigo caminando hacia enfrente…
A dónde llegare?…
Que fue ese ruido?
Lo conozco desde que era niño…
Algo se escucha tras de mi
Volteo y empiezo a llorar
Atrás hay mucho dolor…
…Y soledad…
Pero…
…Alguien me espera afuera…
Quien sea…
Es mejor que esta soledad…
Comienzo a correr
La salida de la cueva…
Que es eso blanco?...
Nieve?…
…No…algo más…

-Por fin reaccionó.
-Su ritmo cardiaco se está estabilizando.
-Cómo te sientes?- escuchó y un rostro borroso apareció frente él.
-Eh?
-No te preocupes solo descansa- Aquel rostro se desvaneció en la oscuridad.
-Se durmió?
- Eso parece, fue una suerte que lo encontraran.
-36° y medio, su temperatura está subiendo.
-Pero por qué bajo tanto?
-Será por el golpe que recibió en el abdomen.
-El señor que lo trajo está afuera?

-*Latidos, ningún ruido más*.

Un joven de cabellos negriazul y ojos cafés se incorporó con dificultad y empezó a reconocer el lugar –Y este cuarto?... un hospital?...- dijo confundido. Le costaba entender lo que pasaba. En eso se escuchó el manubrio de la puerta al abrir.

-Qué bueno que ya despertaste. -comentó la enfermera que acababa de entrar.

-Por qué estoy aquí? -preguntó el joven confundido.

La enfermera se acercó a la cama -Tuviste un accidente. Te encontraron tirado de camino a Voss. –le contestó mientras revisaba el suero.

-Pero…? –El joven no terminó la pregunta, los recuerdos empezaban a volver -*Un carro, la lluvia y después…*

-Tu familia ha de estar preocupada, cuál es tu nombre? –preguntó la enfermera.

-Keir Bondevik –contestó pensativo.

La enfermera apunto en un expediente –Keir… y tu edad? –añadió.

-19 años.

-Te ves más pequeño –agregó la enfermera con un dejo de curiosidad.

-Cuantos días llevo aquí?- preguntó Keir sin prestar atención al comentario.

-Un poco más de un día- le contestó la enfermera -Descansa luego vengo a ver como sigues- dio unas palmaditas en la cama y se retiró del cuarto.

Al salir la enfermera Keir se quedó en silencio un rato, durante ese tiempo comenzó a recordar lo que había pasado esa madrugada, razón por la que estaba en ese hospital. -*Abuelo* - pensó con desaliento; cuando le llegó una idea a su mente que lo hizo actuar por impulso. –Tengo que comprobarlo…. - dijo con decisión; se retiró la manta que lo cubría pero, justo cuando se iba a quitar el suero, entró la enfermera con una doctora. Keir se sorprendió.

 -Que haces? -le preguntó la doctora, corrió hacia donde estaba Keir y rápidamente lo trató de recostar.

Keir opuso resistencia y empujó a la doctora. En un movimiento rápido se quitó el suero con la mano izquierda, donde se percató que tenía una venda alrededor del antebrazo; no obstante, sin darle importancia, se levantó y al dar el primer paso sintió en el estómago un dolor muy fuerte que lo hizo caer.

La doctora se incorporó –Todavía estas muy débil. -le dijo preocupada al sostenerlo.
-Eso no importa! -Keir desesperado, trató de levantarse pero la doctora tuvo que sostener contra el suelo reteniéndolo. En eso apareció la enfermera con una jeringa y lo inyectó rápidamente en el brazo derecho.

Keir peleó para zafarse, pero poco a poco se sintió adormilado; llegó un enfermero lo levantó y lo puso en la cama, ahí lo sujetó muy fuerte para que Keir no se moviera permitiendo con ello poner el suero en el brazo. El tranquilizante empezó a hacer efecto; le hizo sentir extraño y sin posibilidad para poder actuar, y menos buscar a su abuelo.

-Todavía no puedes irte, te golpeaste muy fuerte al caer de la moto –lo regañó la doctora.

-Eso no es cierto! Donde están los que murieron?... estaban cerca de mí– contestó Keir, sumando las pocas fuerzas que quedaban en su cuerpo, estaba desesperado por no poder moverse debido a que el enfermero seguía sujetándole.

La doctora negó con la cabeza –No encontraron a nadie más. Un señor te trajo de urgencia y cuando comenzaste a reaccionar pidió que te pusieran en un cuarto aparte.

-Pero no puede ser… ¿cómo?- comentó Keir cada vez más confundido.

-Te encuentras muy trastornado, estuviste mucho tiempo en el frió, además la policía ya investigó, pero con la lluvia, la mayoría de las huellas del accidente se borraron-. Explicó la enfermera.

-Pero el faro… del poste… estaba fundido por… por… -Keir empezaba a hablar con más dificultad.

-De seguro algunos pandilleros lo tronaron antes y al caer fue lo último que viste, eso pasa cuando sufres un accidente, puedes olvidar muchas cosas de lo que paso. No pienses en eso y descansa.

-*Por qué no quieren escuchar? qué paso después? no puede ser que hubieran desaparecido, sobre todo ella…* - pensó, dejó de luchar por lo que incluso el enfermero lo empezó a soltar poco a poco.

-El tranquilizante actuó muy rápido -comentó la doctora al ver a Keir

-Lo medí de acuerdo a su edad -contestó la enfermera.

-A ver? -la doctora solicitó el expediente-19 años… pareciera que tiene 16. Será mejor que sigan con la medida que tomamos al principio.

-Entendido. -la enfermera tomó el expediente de regreso y apuntó aquel dato.

La doctora volteó a ver a Keir –No han encontrado a ningún pariente?-preguntó a la enfermera.

-No, esperemos que con su nombre demos con ellos rápido –contestó la enfermera.

Keir casi completamente debilitado movió un poco la cabeza hacia un lado y vio la luz del sol de la ventana brillando ligeramente, afuera debía estar nublado -*Abuelo.* -pensó tristemente mientras unas lágrimas caían.

-Va a estar tranquilo por bastante tiempo, pero hay que comentarle al señor que lo trajo lo que acaba de ocurrir. Ha estado muy al pendiente de la recuperación de este chico y será mejor que esté al tanto.

 Al otro día Keir se despertó mareado y sin embargo con sólo una idea en mente: tenía que salir del hospital. Se incorporó rápido y justo cuando ya se disponía a salir de la cama en aquel momento se abrió la puerta. Keir pareció frustrado.

Entro un señor que parecía tener la edad de su abuelo, unos 60 años aproximadamente, pero de un rostro más adusto. -Entonces te llamas Keir. –comentó aquel hombre al ver al chico.

-Quien es usted?!– preguntó Keir de golpe y sin educación.

-Me llamo Wynn Stavros. Puedes llamarme Wynn. -respondió tranquilamente aquel hombre, mientras se dirigía en dirección a la ventana la cual abrió sin preguntarle nada al chico, haciéndole sentir escalofríos por el viento que se había colado a la habitación. -Llevas dos días aquí es mejor que te dé el aire -. Agregó, Keir le siguió con la mirada sin responder aún. El señor continuó -Yo te encontré…-dijo Wynn con un dejó de tranquilidad; –…Junto con los demás.

El chico no se esperaba esa respuesta.

-Usted… pero si sabía eso… por qué mintió?!! -pregunto Keir con desesperación.

-Conozco a tu abuelo y no quise que te preguntaran cosas incomodas.

Aquella respuesta molestó a Keir, por lo que desvió la mirada hacia su brazo y tras unos instantes de silencio respondió. -No tenía por qué preocuparse por eso-mencionó aun con enojo mientras observaba la intravenosa.

-Seguro que quieres ver a tu abuelo, no? –comentó Wynn, con naturalidad.

Keir volteó a verle con sorpresa –Donde está?

-Si quieres te llevo a verlo, sólo que…

Keir lo interrumpió -Lléveme. - Se levantó lo más rápido que pudo, aunque al pararse se mareo debido a un ligero dolor que sintió en el estómago, se sostuvo del soporte del suero para no caer. Respiró profundamente y para cuando empezó a recuperar la fuerza, se abrió la puerta, era nuevamente la enfermera.

–Otra vez? -Exclamó la mujer al entrar –No puedes esperarte? -se acercó a Keir y lo empujó hacia la cama para que se recostara; después volteó a ver a Wynn con reproche, para cuando se percató de algo más. –Y abrieron la ventana –comentó ya exasperada –Te puede hacer daño;- reclamó a Keir, caminó hacia la ventana, y a su paso solicitó a Wynn que se apartara de su camino y una vez cerca al alfeizar la cerró. Devolvió la mirada a aquel hombre. –Señor está bien que usted se encuentre al pendiente de este joven pero no tiene el derecho a perturbarlo.- lo regañó ya enojada.

Keir que no se acostó por completo, volvió a intentar incorporarse completamente.

–Y tú a dónde vas? -exclamó la enfermera.

Keir volteó a ver con desesperación a Wynn, buscando cierto apoyo, y su interlocutor correspondió.

–Sólo lo llevaba a la planta baja – aquel hombre comentó con indiferencia.

-En la planta baja solo está la morgue, para que lo querer llevar? -preguntó la enfermera sin entender.

-Él me lo pidió - mencionó Wynn sin dar mucha importancia.

En aquel momento, tras escuchar aquello último, Keir no supo que decir, otra vez percibió por dentro como si cayera un abismo, algo que había sentido aquella madrugada en la que había tenido el incidente que lo había llevado a estar en el hospital. Se recargó débilmente en la orilla de la cama para encontrar apoyo.

La enfermera lo miró con preocupación -Ves, por descuidado ya te debilitaste, recuéstate ya!- dijo mientras se acercaba a Keir- No has comido nada. –trató de forzarlo a meterse en la cama -y el suero se está acabando, y así querías salir?-una vez que lo recostó ella volteo a ver a Wynn –Y usted salga ya!-exigió.

Wynn indiferente a lo que sucedía se acercó a Keir y sacó una tarjeta de su saco –Tengo muchas cosas que hacer y no podré verte de nuevo, aquí esta apuntado mi número de teléfono por si lo necesitas y por la cuenta del hospital no te preocupes la cargaran a mi cuenta.- Una vez que Keir tomó la tarjeta, Wynn se dirigió a la enfermera –Si pasa algo con el muchacho no deje de avisarme, estaré al pendiente hasta que encuentren a algún pariente- al decir esto último le dirigió una mirada de complicidad a Keir.

Keir reaccionó al oírlo y se le quedo viendo -*Porque sigue mintiendo, si mi abuelo, mi único pariente esta…*- suspiró dolorosamente.

-Está bien señor pero ya salga- le dijo la enfermera a Wynn, este se dirigió a la puerta y salió. La enfermera volvió a dirigirse a Keir.

–Espero que tú ya te estés quieto hasta que te recuperes, voy a ir por tu cambio de suero. No quiero volver y no encontrarte sino te buscaré por todo el hospital; y créeme si te encuentro te amarraré a la cama. Algo que debían de haber hecho desde un inicio- lo amenazó preocupada.

Pero Keir ya no quería salir, su única esperanza había desaparecido. No entendía que había hecho su abuelo para terminar muerto. Miró la tarjeta de Wynn pero realmente ningún pensamiento llegaba a su mente cansada.

Pronto la enfermera regresó con una bolsa de suero –En un momento te traen algo para comer, y así empieces a agarrar fuerzas –añadió mientras cambiaba el suero.

-*Fuerza?... De dónde?*- pensó desalentado Keir, no creía poder soportar todo lo que había pasado. Mientras meditaba aquello, llegó otra enfermera con una bandeja de comida, la puso sobre una mesa movible y la acercó frente a Keir. Le habían llevado jugo de naranja, fruta y unas galletas de vainilla.

Keir miró los alimentos con desgana, aunque al ver las galletas estiró la mano con debilidad, agarró una y se la empezó a comer con dificultad.

-Procura acabarte todo- terminó diciendo la enfermera que terminaba de acomodar el suero y después salió junto con su compañera de la habitación.

Una vez que Keir acabó de comer la galleta, suspiró; para cuando iba a comer otra, se percató que no tenía puesta su pulsera donde portaba un dije de jade blanco. Nervioso lo buscó. Por suerte pronto lo encontró sobre el buró junto a la cama, estiró su mano pero no se movió más… pareció quedarse pensando e incluso en algún momento su gesto cambió a ser más serio y concentrado, aquella pulsera se movió aparentemente sola, pero eso era porque de algún modo por medio de un poder psíquico Keir la atraía hacia él; una vez que lo tuvo en mano se quedó viendo la piedra blanca que adornaba la pulsera; suspiró de nuevo y se puso la pulsera en su diestra; al menos aquel objeto seguía con él.

No hay comentarios: